lunes, 17 de agosto de 2009

Camino del Norte

















Acabo de llegar de hacer el camino del norte y voy a tratar de resumir mi viaje en este apartado. Decir antes que éste es el camino que más me atraía por su belleza paisajística y también el que más temía por varios factores, la climatología y la dureza de la orografía. Y todos esos componentes se han confirmado y con creces resultando, bajo mi punto de vista, la ruta más exigente de todas. También he de decir que los caminos están bien señalizados, quizá algunos tramos carecen de señalización o es escasa pero suficiente (si acaso en las grandes ciudades la flecha se pierde). Aún así, me desorienté en varias ocasiones (sobre todo una que ya comentaré) aunque logré retomar el camino sin mayores consecuencias. También resaltar que no he tenido ningún contratiempo con la bicicleta (se ha comportado de manera excepcional), ningún pinchazo ni avería, eso si, me quedé sin frenos practicamente (jajajajaj) y tuve que engrasarla un par de veces. También resaltar una pequeña caída (un despiste) sin mayores consecuencias.


Con respecto a los albergues, he alternado albergues de peregrinos con privados y, solo en una ocasión, dormí en un hostal pues solo me quedaba la opción del suelo y no llevaba esterilla, así que opté por buscar una habitación y tuve la gran suerte de encontrar una al módico precio de 18 euros, así que no dudé. Los albergues en general b


Por último, el tiempo no me ha castigado mucho aunque los 4 primeros días me estuvo lloviendo (txirimiri) lo que propició que buena parte de los caminos estuvieran bastante embarrados. Después fué arreglando el tiempo hasta terminar con un calor de justicia en santiago. Por las mañanas mucho fresco y el último día frío y niebla.


Paso pues a resumir las etapas.


ETAPA 0: GRANADA-MADRID, MADRID-IRÚN (890km)


Pues el viaje lo comienzo en Granada el día 5 de Agosto a las 0.30 en la estación de autobuses. En principio no había embalado la bicicleta (casi nunca lo hago) y me esperaba algún contratiempo, y así fué. Cuando voy a meter la bicicleta (como siempre con la rueda de delante quitada y el sillín bajado) apenas había un hueco en el maletero y la bici no cabía. El conductor me puso mala cara (incluso me regañó y más tarde en madrid se tomó la venganza) pero aún así logré meter la bici con la ayuda (tampoco de muy buena gana) de alguien que no se si era un pasajero o ayudante de la empresa. El caso es que encajó la bicicleta encima de otras tres (que iban perfectísimamente plastificadas) y ahí quedó. No hubo más problema que ése. Así que monto en el bus y comienzo la aventura.


El bus Granada-Madrid son 5 horas, con una parada de media hora en Alcázar de San Juan. A las 5.30 llego a la estación sur de Madrid. Cuando fuí a recoger la bicicleta para hacer el trasbordo en la Avenida de América oí al conductor decir que montaran los que iban a la Avenida de América. Como no estaba muy seguro le pregunté si el bus continuaba hacia allí o se quedaba en la estación sur. Ahí es donde el conductor se tomó la revancha pues me reclamó el billete y me dejó plantado en la estación sur pudiéndome haber llevado pues aunque mi billete no era para allí, no le hubiera sido mucho inconveniente haber accedido a llevarme (muy escrupuloso). Así que descargo bici y alforjas, las monto y me voy para la estación de la avenida de américa. A las 7.30 salía el autobús para Irún.


El viaje a Irún desde Madrid son 7 horas con varias paradas. En este caso no tuve inconveniente alguno con la bicicleta. No tuve que embalarla y el conductor solo me preguntó si las habíamos facturado. Dos bicigrinos más metieron sus bicicletas incluso con las alforjas puestas (rueda delantera quitada, sillín bajado y manillar doblado). Ya que cada uno saque sus conclusiones sobre si es necesario embalar las bicis o es suficiente con desmontarlas un poco. Sobre las 14.30 llegué a Irún y me bajé del bus bastante cansado pero con la intención de rodar algo así que monté la bici y alforjas, comí algo que llevaba guardado, me paseé un rato por la ciudad y fuí al albergue a sellar y comenzar mi peregrinación (o bicigrinación?)

ETAPA 1: IRÚN-SAN SEBASTIÁN (24.4km)

Nada más sellar en el albergue de Irún me cambié y comencé a rodar. He de decir que los hospitaleros del albergue fueron atentísimos en todo momento y me proporcionaron información y ayuda para ponerme a funcionar. Allí encontré también a varios bicigrinos y un alemán que llevaba 3 meses andando haciendo el camino (desde su país). Después de sellar me dirigí al Puente de Santiago para comenzar pues así lo había leído en el blog de Tomás (bicigrino). Acto seguido medía vuelta y, de nuevo a Irún en busca de flechas amarillas y señales del camino. Salí sobre las cinco de la tarde con la intención de llegar a las siete a San Sebastián. La primera subida tras pasar las marismas no fué muy dura pero unos metros después me crucé con un ciclista que me dijo: "lo vas a tener jodido para subir por ahí. Te vas a tener que bajar de la bici". Y yo le contesto: "bueno, bueno" como queriendo decir que de momento no era para tanto. Pues la cuesta se hizo tan empinada que me tuve que bajar de la bici y hacer el primer empujing. Además con muchas piedras era imposible subirla montado. Decir que la subida al Santuario de Guadalupe es dura aunque corta. El camino se bifurca. Las señales te llevan a un camino en el que poco después hay un tronco atravesado y hay que sortearlo. Yo no se si el otro camino (que también sube) lleva al Santuario. Yo me tiré por el que tenía el tronco atravesado, lo pasé por debajo y poco después el camino se abrió y me dejó ver el santuario y unas bonitas vistas de Irún y el mar. La verdad es que dudé (dejé la bici un momento para buscar la flecha en el otro camino pero no la encontré). Una vez en Guadalupe se puede disfrutar de una hermosa panorámica y ver el monasterio.
















Tras esta parada, el camino sube un poco y toma la ladera del monte. En este tramo disfruté mucho a la vez que comenzaba a familiarizarme con los "ruidos" de la bici (traqueteo de alforjas). Me crucé con varios corredores, vi algunos caballos sueltos e hice algunas fotos. Tras 40' aprox. di con la carretera y me desvié cuesta abajo hacia Pasajes de San Juan (impresionante). Me gustó mucho esta localidad y la forma de entrar (escaleras pronunciadas hacia abajo). Después la barquita (1.20 e) y las impresionantes escaleras hacia el faro.




















He de decir que, cuando llegué a las escaleras mi intención era subirlas y continuar el camino. La verdad es que impresionan. Unos señores que estaban sentados me comentaron que por ahí con la bici era muy complicado, que había muchas escaleras y que después había que subir bastante. Estuve a punto de agarrar la bici y empezar a subir pues me había dicho que las escaleras se acababan. Al minuto más o menos llegó un ciclista (como diría Tomás bicigrino, el ángel del día) y me aconsejó no subir con la bici pues después de las escaleras había que bajar por una senda muy estrecha y difícil, más bien para ir andando. El caso es que no lo tenía muy claro y después de los consejos de la gente de allí decidí llegar a San Sebastián por carretera y así lo hice. Cuando llegué (casi ni que sabía que había llegado) se empezó a nublar y cuando llego a la playa solamente me da tiempo para hacer unas fotos y en ese momento comienza a llover. Al principio poca cosa pero rápidamente empieza a apretar hasta convertirse en un impresionante aguacero, con rayos y truenos (una buena tormenta). Estuvo descargando un buen rato y el caso (por eso he dicho lo de ángel del camino) es que la gente comentaba que venía del Monte Ulía (justo por donde hubiera estado pasando en ese momento). Así que no tengo más que alegrarme de no haber subido las escaleras (aunque me hubiera gustado) pues en el caso de haberlo hecho quién sabe si me pudiera haber pasado algo pues ya comento que la tormenta fué bastante grande.















Una vez en San Sebastián busqué el Albergue La Sirena e hice noche allí (un calor horroroso), me di una vuelta por la ciudad (preciosa) e hice algunas fotos (de no mucha calidad).


















ETAPA 2: SAN SEBASTIÁN-DEBA (42.4km)

Después de no haber pegado ojo en casi toda la noche (no encontraba los tapones para los oídos y hacía un calor tremendo en la habitación) me levanté temprano para desayunar y continuar la marcha. El precio del albergue (12 e) incluía el desayuno lo cual me vino muy bien. Después de desayunar y cargar la bicicleta me acerqué al "Peine de los vientos" para fotografiarlo y contemplarlo. Me gustó mucho al igual que la playa de la Concha y el Ayuntamiento (San Sebastián es una ciudad preciosa).















Sobre las 8.45 comencé a subir el Monte Igueldo. Tuve que subir por unas escaleras y después por un camino estrecho y empinado que daba a una carretera. Pasé por el particular "rincón del peregrino" (sillas, botellas de agua y sello) que hay tras subir el monte. Después el camino se estrecha y se complica hasta el punto que te tienes que bajar de la bici. Hay tramos con muchas piedras y cuesta abajo. Se pasa por una fuente en la que hay una indicación de que el agua el muy buena para beber (yo llené el bote allí). Se vuelve a una carretera en varias ocasiones y se tiene que abrir alguna que otra cerca. Tras una bajada espectacular voy a dar a una carretera que me lleva primero en subida y después en bajada al albergue de Orio donde sellé y bebí algo de agua. Hablé con la encargada del albergue y me dijo que quizá por la tarde llovería. Al llegar a Orio me paré en la Iglesia de San Nicolás para sellar pero estaba cerrada. Después compré algo de fruta para recargar energía (un par de plátanos, una manzana y chocolate), bebí agua y crucé el puente para, poco después retomar el camino hacia Zarautz.















Entre Orio y Zarautz no hay mucha distancia pero lo complicado del terreno hace que parezca mucho más. Y así fué, apenas unos 6 ó 7 km me ocuparon un buen rato por caminos con bastante pendiente y también mucha vegetación. Estrechos y complicados. Tras una fuerte subida pasando por las bodegas Talai-Berri (preciosos los campos como peinados por los viñedos) llegué al Camping de Zarautz (surfero total) donde subí y fuí a parar a una colina desde donde pude contemplar la preciosa localidad y su magnífica playa.















La bajada desde el camping hasta la playa de Zarautz es impresionante. Los surfistas van por ahí con sus tablas y ya les cuesta trabajo así que con una bici y unas alforjas cargadas pues es tremendo. Tras bajar me peseé por la bonita playa y me relajé un rato. Me hubiera gustado haberme bañado pero no lo hice. Busqué el restaurante de Karlos Arguiñano y lo encontré y después me bajé a ver la Iglesia de Santa María la Real, a la salida de la ciudad.

El siguiente pueblo era Guetaria al que llegué sin ninguna complicación. Me encantó el puertecito, los barcos y el enclave de la localidad (el ratón de Guetaria). De Getaria es la foto de la portada de esta entrada (barcos pesqueros). También pude contemplar un espectáculo popular en la puerta del Ayuntamiento con música típica vasca y visitar el monumento a Juan Sebastián Elcano. Tras ésto seguí el camino que salía de Guetaria por una cuesta empedrada bastante empinada, antesala de lo que me esperaba porque, a partir de aquí, el camino se complicaba muchísimo. De hecho comenzaba a discurrir por el monte Arno o sus proximidades. A Zumaia me costó llegar. Compré para comer (bocata de jamón, fruta y unos dulces) y seguí hacia delante pues quería llegar a Deba. De nuevo fuerte subida y el cielo amenazando lluvia. Algo de fresco. Llego a un área recreativa con agua y aseos que me vienen como anillo al dedo para comer y aliviarme e incluso refugiarme bajo el techo de los aseos en caso de lluvia (la verdad es que fué como encontrar un oasis en el desierto). Allí comí y descansé un rato. Me dió tiempo a hablar un rato con una pareja que me pidió un sacacorchos para abrir una botella de vino (quién me lo iba a decir) y relajarme un rato.
















Después de la comida retomé el camino, crucé la carretera en varias ocasiones, subí hacia una ermita, bajé por caminos (de vez en cuando encontraba cabritas atadas en medio del camino) y llegué a Itziar donde subí hasta el cementerio, volví a meterme en el camino y bajé hasta Deba por un camino con una fuerte pendiente y pasando por una ermita donde me paré y me crucé con el que sería uno de los compañeros de albergue aquella noche (un francés que hacía el camino con un ordenador portátil). Después bajé a Deba y me dirijí a la oficina de información donde pude conseguir una cama para aquella noche. Tras descargar la bici y acomodarme me dió tiempo aquella tarde (había llegado sobre las 16.30) de pegarme un buen baño en la estupenda playa de Deba, eso si, con bandera roja y fuerte oleaje. Una buena ducha y un paseo por el pueblo. Cena y a dormir. En el albergue pude hablar con una pareja de valencianos que hacían el camino a pie, muy simpáticos.



















ETAPA 3: DEBA-BILBAO (77km)
Durísima etapa que comenzaba con lluvia (txirimiri) y fresco y que discurría por el famoso monte Arno. En el albergue de Orio, la encargada ya me había aconsejado no subir a la ermita del Calvario por la senda pues era muy complicada para las bicicletas. Mejor sería tomar la carretera hasta Motrico y después subir a Olatz por otra carretera (local) para retomar el camino allí mismo. Y así lo hice. Hasta Olatz en subida no muy exigente. A partir de ahí la subida se endurece por una pista asfaltada (menos mal) hasta desembocar en una bifurcación donde una pareja de alemanes me informaron de que era mejor girar a la izquierda pues, aunque el camino era 2 km má largo, se hacía mejor. En ese punto, cambió el asfalto por tierra, algo embarrada por la lluvia, bastante pendiente, muy boscosa en algunos tramos (eucaliptos, pinos, cipreses). Terreno complicado pasando por caseríos. A veces medaba la sensación de haberme perdido. De vez en cuando el camino se abría para adentrarse de nuevo en un bosque. Tras cruzar una carretera (antes en el camino había mucha loza rota desparramada) me volví a adentrar en un camino que comenzaba a bajar hasta desembocar en una bajada muy pedregosa y con muchísima pendiente (tanta que me obligaba a coger la bici a cuestas y bajar con muchísimo cuidado) que daba a una carretera que entraba en Marquina.































Nada más entra en Marquina me topo con la Iglesia de Santa María, precioso templo que estaba cerrado. Bajo al pueblo y compro algunas frutas para reponer fuerzas (así me dijo la frutera que me atendió). Me tomé la fruta en la plaza que hay junto al albergue y retomé el camino. Ahora subiría al Monasterio de Zenarrutza. Por carretera subí hasta Bolibar donde vi la estatua dedicada a Simón Bolívar y me crucé con dos peregrinos. Después tomé la carretera que ascendía al templo y unos kms después llegué al mismo. La subida no es muy dura pero cansa. Tras visitar el monasterio y sellar la credencial proseguí el camino, ésta vez por senda muy embarrada, pues si no, tenía que bajar a retomar la carretera. La senda desemboca en una carreterilla y, poco después, se desvía hacia un camino muy estrecho y cuesta abajo. Tras pasar una cancela el camino comenzó a complicarse, otra vez cuesta abajo, con mucha pendiente, resbaladizo, estrecho y con bastante vegetación. Tras un buen rato cargando con la bici (desmontado por supuesto) llego al final del mismo con una última dificultad (ésta añadida). Para salir de la vereda en cuesta abajo bastante empinada tenía dos opciones: o tomar unas escaleritas estrechísimas y resbaladizas o hacer una curva también muy estrecha pero algo más larga. No tuve opción y cogí la curva pues me resultaba materialmente imposible bajar por las escaleras (las alforjas no entraban). Tras hacer un verdadero ejercicio de equilibrismos pude acceder a unas preciosas casas por donde pasaba el camino y llegar a Arbacegi.






















































Tras Arbacegi y el río Lea se sube hasta la ermita de Santiago. Allí paré y me senté un rato a pensar antes de emprender la bajada hacia Mendata donde tomé la carretera (antes traté de retomar el camino pero no lo vi muy claro y entre eso, el barro y un perro guardián que me iba a morder decidí volver sobre mis "pasos") que baja hasta Mendata. Un desvío me hizo retomar el camino que, por una carretera local, subía a la localidad. Por allí me crucé con varios peregrinos que iban a pié. Tras una subida vuelvo a bajar y el camino se mete en un sendero boscoso paralelo a un río. Tras cruzar el río subí una fuerte pendiente (empujing) durante un rato para dar a una carretera y, tras pasar un puente antíguo, sube hacia Marmiz donde cojo la carretera que, en descenso y pasando por Ajangiz, me lleva a Guernika, a su albergue donde sellé tras tomar unos pintxos (riquísimos) y una cerveza en un bar cerca del puente.































Guernika es una ciudad preciosa de la que pude ver poco. Por lo menos, estuve en la Casa de Juntas y pude ver el famoso árbol de Guernika. Después de esta breve visita decidí continuar pues estaba en duda ya que había sitio en el albergue. Por cierto, el albergue de Guernika es estupendo. Vale 12 e pero está muy nuevo y perfectamente equipado. Es privado.


Serían las 5 de la tarde cuando empecé a subir hacia Morga por carretera. Una vez arriba, cogí unas pistas de tierra que, tras bastantes rodeos y en subida fueron a parar a una carretera, la cual tomé a la izquierda y en bajada hasta llegar a Larrabezua, Larrabetzu, Lezama y Zamudio, donde me desvié a la izquierda, crucé la autovía y me adentré en el bosque siguiendo la "Calzada de los zamudianos" para subir al monte Avril. Serían las siete de la tarde. Me tomé dos manzanas, me tuve que bajar de la bici de nuevo. Tras unos 40min. de subida coroné el alto y me dispuse a bajar a Bilbao. Desde arriba las vistas son impresionantes. La bajada rapidísima y en asfalto hasta Bilbao donde pregunté por el albergue. Tuve que callejear un rato pues me desorienté, pero al fin di con el fantástico albergue Bilbao donde dormí por 12 e con desayuno.






















Tras cenar unos pintxos y tomar unas cervezas me dio tiempo a visitar la zona del Gughemheim, la Gran Vía, algo del centro y el estadio de San Mamés (por fuera claro). Después ya era tarde y había que descansar.




ETAPA 4: BILBAO-GÜEMES (85.5km)
Ésta, sin duda, fue la peor etapa de todo el camino. Por varios motivos: porque me llovió muchísimo por la tarde, porque quizá estaba algo cansado del día anterior, porque decidí andar algo por la carretera nacional (sobre todo el tramo que va hasta Laredo). En definitiva, no fue una etapa en la que disfrutara al máximo. La parte inicial fue bien. La salida de Bilbao caótica y peligrosa. Hasta Portugalete es un entramado de carreteras bastante dificultoso. Aún así, creo que seguí el camino en casi todo su recorrido. Tras llegar a Sestao y subir una impresionante calle en cuesta, vuelvo a bajar para tomar la calle/carretera que me lleva a Portugalete donde me hago unas fotos en la Iglesia de Santa María.
En Portugalete me crucé con 4 bicigrinos (una chica entre ellos) con los cuales compartí unos momentos. Entre los 5 buscamos la salida hacia el bidegorri. Tras un rato pedaleando y preguntando dimos con el carril-bici que nos llevaría a la playa de La Arena. De los cinco quedamos tres ya que la chica y su pareja se quedaron bastante atrás. Así que comenzamos a bajar el carril bici hacia la playa. Ese tramo fue muy relajante pues es en bajada todo el tiempo y solo circulan bicis y peatones por lo que es ideal. Además es bastante largo y te lleva directamente a la playa. Yo continué solo mi camino pues llevaba mi propio ritmo. Pero durante parte de la etapa me iría cruzando con los dos bicigrinos que encontré en Portugalete y con los que tomé el bidegorri. He de decir que eran dos chavales de un pueblecito de San Sebastián bastante atentos.

















Ya estoy en la playa de la arena y me tomo un café con dos deliciosas magdalenas. Mientras contemplo la preciosidad de la playa, puedo escuchar la conversación que están manteniendo las personas que están sentadas en la mesa de al lado. Hablan sobre el camino de santiago, sobre su experiencia y sobre la forma física que hay que tener. Me tomé mi segundo desayuno y continué hacia la playa para cruzarla y tomar el puente.
La playa se cruza fácilmente. Lo difícil viene después ya que esperan las 113 escaleras para subir al paseo sobre los acantilados que prosigue a la subida. Subir con la bici a cuestas por esas escaleras es un auténtico entrenamiento de fuerza-resistencia. Es muy duro pero en dos o tres “tacadas” llegas al final. Tras ésto, la recompensa. Como describe Tomás, realmente es uno de los tramos más bonitos de todo el camino. Vas pegadito al mar, por unos acantilados y las vistas son impresionantes.



















El camino se sigue durante un buen rato y se baja por una veredilla estrecha que pasa debajo de la autovía y se planta en Ontón (Cantabria) para después subir de nuevo a la carretera que va a Castro Urdiales. Justo a la salida de Ontón me cruce, de nuevo, con los dos bicigrinos que había dejado en el bidegorri. Ellos habían bajado a Ontón por la carretera. Proseguimos el viaje juntos hasta Otañes donde el camino se bifurcaba. En Otañes nos separamos de nuevo y yo continúo en solitario por la carretera general hasta la entrada de Castro Urdiales donde yo me paro a inflar la rueda trasera y, en ese tiempo, me dan alcance los dos bicigrinos. Atravesamos juntos Castro Urdiales, donde no hay señales, y nos volvemos a separar justo enfrente de la Iglesia de Santa María. Al ver la iglesia al fondo (es muy bonita) yo continué hacia la misma mientras que ellos ya se habían separado e iban en dirección al camping y la plaza de toros para retomar el camino hacia Allendelagua. Castro-Urdiales es muy turístico y había mucha gente. Me paré a ver un espectáculo de “cortadores de troncos”, visité la iglesia y el faro, hice unas fotos y salí dando un paseo hacia el siguiente pueblo.

Como se puede apreciar en las fotografías, ya el cielo estaba cubierto aunque no parecía que fuese a llover mucho. El caso es más tarde lo haría, un txirimiri intensísimo que empapaba tanto como un aguacero. Pero antes de que se pusiera a llover me dio tiempo a pedalear hasta Laredo (y comer un buen bocata de tortilla de bonito y una cerveza).
En Laredo empezó a chispear mientras cruzaba el paseo marítimo. Eso me hizo pensar que podía tomar la barquita que cruza la ría para llegar a Santoña pues en los apuntes que llevaba (de Tomás bicigrino) se desaconsejaba parar en Colindres. Así que tomé la barca para, después, alargarme a Güemes y descansar allí. Desde la playa se coge el barco. Es muy bonito. Ha sido una de las cosas que más me han gustado del camino.

El barco te deja en Santoña y, desde ahí, hay que cruzar las marismas y tomar una carretera que te lleva a Noja. Justo a la salida de Santoña comenzó a llover con bastante densidad. Ahí me desorienté algo y cogí una carretera que, tras una rotonda, me dejó en Noja. Allí me paré unos 45min esperando a que parara de llover. Mientras mantuve una conversación con un transeúnte que pasaba por allí y se cobijó en el mismo lugar que yo.


Como no dejaba de llover, probé a llamar al albergue de Güemes para confirmar que había sitio para quedarme ya que se estaba haciendo tarde. Como no me cogieron el teléfono, decidí reanudar la marcha por la carretera a pesar de que la lluvia era muy persistente. Volví a la rotonda y retomé el camino hacia Güemes. Llovía muchísimo pero cuanto más me mojaba la cara y las piernas, más fuerza tenía para empujar los pedales. Tras unos kms paré en un bar que hay junto a un camping a secarme y tomar algo. Me había acercado bastante. Estuve unos minutos con la suerte de que dejó de llover. Aproveché el momento para alargarme al cruce, girar a la izquierda y tomar la carretera que sube a Güemes (5kms) pasando por la iglesia de Santa María de Bareyo. Tras media hora de ascenso llego a Güemes y a su original y acogedor albergue (“del abuelo peuto”) en donde me dan cama, cena y desayuno. Este albergue es particular y según el dueño (el párroco local) el precio de la estancia se lo ponemos nosotros ya que no aceptan donativos. Yo así lo hice y, a la mañana siguiente, deposité el dinero en una caja que había en la entrada.Durante la cena pude hablar con los demás viajeros, entre ellos, tres bicigrinos de Madrid que hacían el viaje juntos. La sopa de ajo me sentó de maravilla.







ETAPA 5: GÜEMES-COLOMBRES (111.5km)
Si la etapa anterior fue la peor de todo el viaje, ésta fue sin duda una de las mejores. Tras haber tomado la general el día anterior, me propuse seguir todos los caminos en esta ocasión. Lo único que no deseaba era que me lloviera como en el día de ayer.
Me levanté temprano y bajé a desayunar. Un cola-cao, unas galletas y una manzana me ayudaron a desperezarme e iniciar el camino. Bajé al cruce del albergue y retomé las flechas. La bajada a Santander era sencilla. Tras pasar por el Monasterio de Santa María de Latas llegué a Somo donde cogería el barco que me acercaría a Santander. Nada más llegar yo también lo hacía el barco con lo que no tardé mucho en subirme. Fui solo la mitad del trayecto. Después se subieron tres personas más. El barco cuesta 4.40e. El acomodador del barco se ofreció para hacerme dos fotos con Santander al fondo (y la casa de Severiano Ballesteros).



















Una vez en Santander bajé del barco y retomé el camino pasando por la catedral.
Por la Avenida Calvo Sotelo y las calles Jesus de Monasterio, Burgos, San Fernando y Avda. Marqués de Valdecilla se toma la dirección hacia Palencia y Torrelavega (N-611). Pasé por Peñacastillo donde compré unos ricos pasteles que más tarde comería en un banco contemplando el Pas. En Peñacastillo el camino se topa de frente con un murallón que hay que sortear por un camino estrechísimo junto a las vías del tren. Casi siempre por camino asfaltado o carretera local pasé pop varia poblaciones y crucé las vías del tren en varios puntos hasta llegar a Puente Arce donde crucé el río Pas por un antíguo puente.














Después Mogro, Cupón y Miengo. Tras Miengo el camino va paralelo a unas tuberías para llegar a un stop y cruzar las vías del tren por un paso elevado (Requejada). Después se sigue por la carretera y se pasa por Barreda en dirección a Camplengo (antes hay que girar a la izquierda). En Barreda hay una Fuente del peregrino donde paré a beber agua y reponer el bote.












Tras un buen rato pedaleando por una carreterilla local con suave sube y baja llego a Santillana del Mar y me sorprende lo que descubro, pues de repente paso de estar en un lugar solitario (en medio de una carretera y campos) a estar en un precioso enclave turístico, abarrotado de gente y con la espectacular visión de todo el conjunto monumental de esta población, sobre todo, la Colegiata. Allí paré un rato a contemplar los monumentos y hacer unas fotos. Después tomé un bocadillo, una cerveza y un café en una taberna para continuar el viaje.





























De Santillana (que ni es santa, ni es llana, ni tiene mar) salí en subida y pasando junto al camping. Después una serie de caminos y carreteras, un sube y baja suave pasando por las iglesias de San Pedro de Oreña y San Martín de Tours hasta llegar por carretera a Cóbreces donde el camino te desvía y te da un buen rodeo por el pueblo (con una buena cuesta).
A Cóbreces llegaría sobre las cuatro y media así que disponía de tiempo para seguir avanzando, esta vez hacia Comillas. De Cóbreces a Comillas no hay mucha distancia y el terreno es fácil. Una vez en Comillas busqué el albergue de peregrinos donde sellé y me di una vuelta por el casco histórico de la localidad. Comillas también es espectacular y merecería la pena quedarse un tiempo para admirar sus monumentos. Tras sellar inicié el último tramo de mi etapa hacia Colombres no sin antes hacer unas fotos y seguir una flecha "falsa" que hay tras la rotonda de salida (si se gira a la derecha a pocos metros hay una flecha amarilla que te hace volver sobre tus pasos).















Una vez fuera de Comillas hay que dirigirse hacia un campo de Golf el cual hay que atravesar y continuar hacia La Revilla. Por un camino llegué a un alto donde comenzó a llover de nuevo. Me dió tiempo a ponerme el chubasquero y poco más pues la lluvia arreció y, pasando el puente que atraviesa la ría de San Vicente, me cayó lo más grande, pues además de lluvia densa, el viento hacía que el agua se dirigiera directamente hacia ti por lo que, tras pasar el puente no tuve más remedio que parar a secarme. Me refugié en la parada de autobuses durante unos 45min, más o menos. Durante ese tiempo pude hablar con una mujer de Zaragoza que estaba esperando a que la recogieran y que también se quejaba de la lluvia.















Aunque no había dejado de llover, algunos claros se podían apreciar en el cielo así que me animé a contiunuar el camino. Antes había llamado al albergue de Serdio para ver si había lugar para quedarme (si había). Por las carretera busqué la dirección hacia La Acebosa. Crucé la ría de San Vicente en dos ocasiones y me desvié hacia la derecha. En el cruce hacia el pueblo vi, en un cartel, una flecha amarilla que me indicaba continuar hacia delante y así lo hice. Tras unos minutos cuesta abajo y pasar por la estación de tren, fuí a parar a una carretera que me resultaba familiar. Crucé de nuevo la ría de San Vicente y me dije: -"esto lo he pasado yo antes"-. Y efectivamente, resulta que estaba haciendo el camino en dirección contraria. Me di la vuelta y volví sobre mis "pasos". Cuendo llegué a La Acebosa me pude parar para observar la flecha y resulta que justo debajo de la flecha amarilla aparece un "NO" pintado en gris, prácticamente inapreciable si no te acercas. En fín, una anécdota pero unos kms de más y con lluvia (ya llevaba dos vueltas ese día). Tras cruzar La Acebosa me dirigí hacia Hortigal por una carretera, después Serdio y después una bajada tremenda (pensé que me había despistado) que daba a la ría de Tina Menor, Pesués (subida) y tras Pesués el camino te lleva hacia una zona boscosa y muy pero que muy embarrada de la que no pude salir (bueno continuar) pues había una charca inmensa en medio del camino prácticamente imposible de superar. Así que me di la vuelta y cogí la carretera general hasta Unquera (1km) donde comenzó a llover pero paró rápidamente. Tras Unquera (que no tiene albergue de peregrinos) me quedaba la subida de 1.5kms a Colombres que sería mi destino ese día. Llegué a los 8 de la tarde, cansado, y me alojé en el albergue El Cantu (13e cama y 20e cama y cena). Allí me duché y salí a dar vuelta y cenar.



















ETAPA 6: COLOMBRES-SEBRAYO (85.3kms)

Ésta fue una etapa especial pues yo ya había visitado con anterioridad esta zona así que mi intención era "recrearme" pasando por los mismos lugares por donde ya había estado. Se trata de la primera parte de la etapa, la zona de LLanes (Río Purón, Andrín, LLanes, Poo, Barro, Niembro, Celorio, Ribadesella) así que esa mañana estaba bastante motivado. El día amaneció bien, despejado y las previsiones meteorológicas me eran favorables. Así que retomé el viaje hacia La Franca adentrandome en el camino que pronto subiría por una vereda bastante mojada y embarrada y paralela a la nacional. Tras unos minutos sorteando zonas con mucho barro decidí pasarme a la carretera ya que quería parar justo en el lugar donde había estado alojado hace dos años (Camping Río Purón) y desyunar allí (me hacía mucha ilusión pasar con la bicicleta por los mismos sitios por donde había estado con el coche). Así lo hice y llegué a La Franca y Buelna donde el camino toma un sendero (GR-E-9) que te lleva al mirador del Río Purón y a los bufones. Yo ya había estado allí y merece la pena verlo pues es precioso. Los bufones son impresionantes pero se tienen que dar las codiciones adecuadas (oleaje importante) para verlos (aquel día el mar estaba tranquilo). Así que continué por la nacional hasta dar a mi primer destino, el Río Purón y después mi desayuno "especial" en el camping donde ya había estado. Allí me paré y me tomé un café y unas cuantas magdalenas y tostadas.















Tras el suculento desayuno proseguí el camino recordando tiempos pasados. Pasé justo enfrente de un asador donde nos habíamos tomado una parrillada de carnes descomunal en el verano del 2007 y tomé un desvío a la derecha hacia Andrín y el mirador de La Ballota. Subí y contemplé la preciosa playa. Después bajé por carretera hasta Llanes (el camino te lleva a una ermita pero la carretera es ideal para las bicis) y allí me pasee por la ciudad. Más adelante Poo, Celorio, Barro, una bajada espectacular hasta la playa de San Antolín con las vías del tren junto a ella, Naves y Piñeres de Pría donde el camino se desvía para subir por una senda totalmente embarrada que da a unas alambradas donde no cabe la bici (hay que subirla en peso) y una zona campo a través y también bastante embarrada que dan, tras otras alambradas, a la iglesia de San Pedro. De ahí se baja a Cuerres y ya llegamos a Ribadesella.
















En Ribadesella paré a comprar el almuerzo en el mismo supermercado donde ya había estado hacía dos años. Compré fruta, jamón y pan para hacer unos bocadillos que después me comería al final de la etapa. Hacía mucho calor y el cielo estaba despejado (alguna nube que otra). Serían las 13.30h. Subí por la general hasta el albergue de San Esteban de Leces donde me sellaron. Continué la carretera hasta La Isla, Colunga y unos kms más adelante me desvié para retomar el camino hasta La Vega de Priesca y Sebrayo donde llegué a las cuatro de la tarde y me quedé en el albergue a descansar y lavar ropa (era una necesidad ya). Allí comí y después el albergue se fue llenando hasta el punto que hubo peregrinos que tuvieron que dormir en el suelo. En Sebrayo no hay tiendas pero a las 8 de la tarde pasa una furgoneta que vende de todo. Cuando llegó la furgoneta parecía que era fiesta. ¡La furgoneta nos dió la vida! Allí pude hablar con varios bicigrinos y comentar las etapas.






ETAPA 7: SEBRAYO-SOTO DE LUIÑA (90km)

Larga etapa, gran parte de ella por carretera que se me hizo larga pero muy llevadera (sobre todo por la tarde pues la mañana no me fué bien) y en la que tuve oportunidad (y fuerzas) de bajar a ver el precioso pueblo de Cudillero por donde el camino no pasa. También tuve la suerte de encontrar una habitación en un hostal en Soto de Luiña, donde me quedé, pues en el albergue no había cama y solo tenía la posibilidad de dormir en el suelo. La habitación solo me costó 18e (increíble) y estaba perfectamente acondicionada (un lujo). Allí pude descansar y reponerme para el día siguiente.


De Sebrayo salí muy temprano con mucho fresco y pronto cogí el camino que estaba muy embarrado. Subí algo y rápidamente bajé hasta desembocar en la nacional que llevaba a Villaviciosa. Y allí me ocurrió lo siguiente. Las conchas/flechas no eran muy frecuentes por lo que me despisté y, a la altura del bar La Regatina seguí hacia delante por la carretera de Infiesto. Me paré a desyunar en un bar y tras el desayuno pronto vi una flecha amarilla a mi izquierda que me llevaba por un camino paralelo a un río y bastante complicado. El caso es que la flecha amarilla tenía también un aspa pintada debajo (un triscal). A mi me extrañó pero pensé que, como la bifurcación del camino (camino primitivo/camino de la costa) estaba cerca pues la señal de abajo de la flecha significaba eso precisamente, así que seguí para adelante. Di a una carretera donde no había señalización alguna, tan solo unos cartelitos de madera que indicaban senderos GR. Estuve a punto de tomar uno (menos mal). Seguí hacia delante y, tras una subida tremenda, veo a mi izquierda un letrero que ponía: -"Camino a Cuadonga"-. Comencé a sospechar y mis sospechas se hicieron reales cuando el camino me desembocó en un caserío del que no podía salir. Estaba claro que me había equivocado y de que tenía que volver a la flecha. Así que, muy resignado, tuve que volver por el mismo camino embarrado y lleno de piedras resbaladizas por el que había llegado hasta ahí. Una vez en la flecha con el triscal decidí continuar la carretera hacia arriba sentido infiesto (equivocado) 500 mtrs más adelante y al no encontrar flecha o indicación del camino me dí la vuelta y llegúé al bar donde había desayunado para preguntarle a la señora del bar si el camino iba por ahí. La mujer me aclaró toda duda. Me envió para atrás (bar La Regatina) y allí pude ver la concha y retomar el camino. Todo esto me ocupó casi una hora y bastante energía. Aún así, apreté y comencé a subir a Nievares. Pasé por la bifurcación y me crucé con algunos peregrinos y con el bicigrino de Bilbao con el que había compartido albergue la noche anterior (me había adelantado) que iba bajado de la bici, andando y escuchando la radio. La subida al Alto de la Cruz es bastante larga (yo no tenía ni idea). Es un puerto en toda regla. Se me hizo dura. Coronas el alto y bajas rápidamente a Peón donde vuelves a subir durante unos 4kms a Curbiello. En Curbiello ya ves Gijón. Yo bajé por la carretera pues no quería más imprevistos (ya había tenido suficiente). Una vez en Gijón retomé las conchas y, tras preguntar pues la señalización es muy escasa, di a la playa de Poniente y tomé la dirección a Avilés por la Avenida de Galicia.















Cogí un momento la nacional que lleva a Avilés y pronto me desvié a la izquierda (por unas obras) para subir al Monte Areo. Este tramo de la etapa me encantó, no por la subida al monte, que es corta pero empinada, sino por el paseo que, una vez arriba te das. Visité la zona de los dólmenes y los túmulos. Me gustó mucho. Después bajé y tomé una carretera que te lleva a Avilés en unos 8kms. En Avilés pude encontrar las flechas con facilidad, comí en un restaurante "anticrisis" en el centro de la localidad donde me atendieron fenomenalmente (me bebí 3/4 de una botella de sidra riquísima) y me pasee por el centro y por el ayuntamiento por un breve espacio de tiempo pues tenía que seguir mi camino.













Tras comer me planteé llegar a Soto de Luiña. Era un tramo complicado y largo pero el tiempo acompañaba y era temprano (15.30h). Tras Avilés subí a San Cristóbal y bajé a Salinas donde perdí la flecha y tuve que preguntar. Me crucé con dos bicigrinos (una pareja de Málaga) que también se habían perdido. Pronto dimos con el camino y lo retomamos. Yo tomé la delantera en una subida y los perdí. Me metí por caminos hasta el Barrio de la Cruz. Bajé por una vereda difícil (muy empinada) y di a parar a El Castillo donde paré a echarme crema y donde me crucé también con otros dos bicigrinos que estaban en duda pues las conchas que había en ese tramo señalaban direcciones opuestas. Un vecino del pueblo, desde la ventana de su casa presenció la escena y nos mandó hacia arriba. Ellos subieron primero. Al rato salí yo y llegué a Soto del Barco donde bajé hasta el puente sobre la ría de San Esteban y tomé un camino en cuesta (empujing) que me llevó a la entrada de Muros de Nalón (foto) .















Tras Muros de Nalón llegué a El Pito donde pasé por delante del camping Cudillero (donde hace dos años hubiera querido llegar en mi viaje a Asturias). La verdad es que quedé sorprendido pues no sabía que había avanzado tanto. En El Pito la flecha te guía por el camino pero no te baja a Cudillero. Tras preguntar a un vecino de la localidad, decidí bajar a ver el pueblo arriesgándome a tener que hacer una penosa subida después ya que Cudillero está al nivel del mar. Además ya antes había tenido que bajar y subir una dura cuesta así que las fuerza iban justas. Bajar a Cudillero es fácil pero conforme lo hace te vas dando cuenta del desnivel que vas salvando y que luego tendrás que recuperar. Pero merece la pena pues es precioso, un pueblecito marinero 100%, muy turístico (los hostales completos), abarrotado de gente y un ambiente especial. Me encantó y me alegré mucho de haber bajado aunque poco después tuviera que subir hasta el cruce de la nacional una cuesta impresionante en la que tuve que utilizar piñón grande y estrella chica (y por asfalto).















Tras llegar al cruce de la nacional tomé la carretera a la derecha, pasé el viaducto, me desvié nuevamente a la derecha y tomé una carretera local que me llevó a otro cruce bajo la autovía que, a la izquierda, me llevaba a mi destino, Soto de Luiña, 90kms de etapa. Legué sobre las 8 de la tarde, me dirigí al Bar Ecu, me inscribí, sellé y me tomé una cerveza. Me duché en el albergue pero me cambié al hostal puesto que no había cama. Tuve suerte. Cené un buen menú (10e) e hice unas compras en el supermercado para el desayuno del día siguiente. Esa noche descansé mucho.


















ETAPA 8: SOTO DE LUIÑA-GONDÁN (120kms)

Otra larga etapa (esta vez por necesidad) que se me hizo dura en el último tramo ya que la mayor parte discurre por carretera, pero al llegar a Ribadeo el albergue estaba lleno y, aún teniendo la posibilidad de quedarme en un hostal o pensión, decidí alargarme a Gondán donde la encargada del albergue me había asegurado que habría sitio (cama) para pasar la noche. Y no me arrepentí pues, como describiré al final del relato de esta etapa, el albergue estaba muy bien.



El día comenzó muy temprano y ya, a las 8 menos cuarto de la mañana, estaba pedaleando cuesta arriba para tomar la N-632, pues el antígüo camino vaqueiro por donde discurría el camino, estaba en desuso e impracticable. Hay que decir que la carretera es un constante sube y baja pero muy solitaria con lo que la travesía es muy agradable para las bicicletas.















No hay mucho que resaltar hasta llegar a Ballotas y a Cadavedo salvo el fresco de la mañana que me obligó a ponerme el maillot de invierno.














De Cadavedo a Luarca es prácticamente igual (salvo la magnífica vista de la playa de Caroyas). Luarca es una villa marinera muy bonita. Allí desayuné y paseé algo por el centro. Había un mercadillo y mucha gente por sus calles.
















Tras el café, subí por la calle La Peña hasta llegar a una ermita desde donde hice la fotografía. Desde ahí subí a Otur por un camino asfaltado. En Otur pregunté a un vecino de la localidad que iba en bici pues la señalización no era clara e indicaba hacia unos pueblos que no venían en el mapa que yo llevaba. El hombre me aconsejó que tomara la nacional hasta Villapedre pues por ese camino se daba un buen rodeo. Así lo hice y ya en Villapedre retomé el camino hasta Navía, donde me paré en un parquecito con vistas a la ría, me eché crema, me cambié el maillot pues hacía calor y me tomé una manzana. De Navía a Jarrio (trayecto por el que pasé por un puentecito de madera muy bonito y tuve que abrir una cancela en cuesta abajo).















De Jarrio a Cartavio y de Cartavio hasta La Caridad donde comí y dí buena cuenta de gran parte de una botella de sidra.


Tras comer reemprendo el camino hacia El Franco y Porcia. En Porcia la carretera estaba cortada así que me costó dar con el camino pues yo iba en dirección a Brul y Tol evitando pasar por Tapia de Casariego, pero justamente esa carretera estaba cortada a la altura del puente que cruzaba el río Porcia. Así que tuve que echar mano de la imaginación y del azar y me metí por un desvío que había al otro lado de la nacional. Así lo hice y retomé las señales que me llevaron en subida hasta, de nuevo, la carretera nacional. La crucé (tramo muy peligroso pues estaba en curva y apenas había visibilidad) y tomé un camino que, entre maizales y sembrados sin apenas subidas, me llevó muy rápido primero a Brul poco después a Tol para dar, a continuación a Figueras donde, tras cruzar el pueblo, tomé un camino de servicio a la izquierda que me llevaría al puente de la autovía que cruza la ría de Ribadeo. Unas vistas preciosas y mucho vértigo pues el puente es bastante alto y muy estrecho.
















El albergue de Ribadeo está justo a la derecha del puente. Es pequeño y con muy buenas vistas. Nada más llegar observé que había una tienda de campaña plantada en la entrada lo que me indicó que estaría completo. Lo estaba. No pude sellar pues el encargado no estaba, llegaría más tarde. Así que, tras llamar al albergue de Gondán y asegurarme de que había sitio, reanudé el último tramo de mi etapa. Eran justamente las cinco de la tarde. Ya estaba en Galicia y mis propósitos de relajarme aquella tarde e incluso pegarme un baño se deshicieron inmediatamente. Ya me despediría de la costa así que, sin mirar atrás enfilé la Avda. Rosalía de Castro, rúa Ramón González y la calle Diputación para alcanzar el primer mojón con la concha en sentido contrario (en Galicia la concha se invierte) y retomar el camino. Ya podría tener información de lo que me quedaba para llegar a Santiago (190kms) durante el resto del camino.
















Así llegué fácilmente hasta Vilela y A Ponte de Arante. Caminos anchos y bien marcados entre eucaliptos. En A Ponte de Arante el camino se empinó muchísimo hasta tal punto que me tuve que bajar de la bici pues era casi imposible. Una carretera me ayudó algo pero la subida continuaba. Después otra vez el camino hasta coronar y bajar algo hasta Villamartín Pequeño donde bebí agua y rellené el bote y donde me crucé con otro bicigrino. De Villamartín Pequeño bajé a un cruce y giré a la derecha hacia Villamartín Grande. Ya solo me quedaría una buena bajada al albergue de Gondán, albergue que han ampliado y que está prácticamente a estrenar, tanto, que los colchones aún conservaban los plásticos (había que quitárselos). Allí pasé la noche en compañía de una familia belga que había hecho el camino a pié desde su país en tramos y que este año les tocaba llegar a Santiago. Con ellos cené y mantuve una buena conversación durante un par de horas.






ETAPA 9: GONDÁN-SOBRADO DOS MONXES (113.6kms)

Mi intención era llegar a Santiago de Compostela el viernes por la mañana y bajarme para Granada el mismo viernes por la tarde o por la noche. Aún me quedaba bastante para llegar así que no lo veía muy claro. Quizá todo dependiera de esta penúltima jornada. El caso es que de Gondán salí muy temprano, a eso de las 7.45. El camino era bueno y no tuve que hacer mucho esfuerzo para plantarme en Lourenzá poco después. Pude ver la fachada del Monasterio de San Salvador de Lourenzá. Después un camino en cuesta que comenzaba con unas escaleras me llevaría al cementerio y al camino, ésta vez, más complicado. Tras unos kilómetros por un sendero algo embarrado y pasar Arroxo y Grove, llego a la carretera de entrada a Mondoñedo, punto a partir del cual comenzaba la fuerte subida hasta Abadín. En Mondoñedo pude desayunar y ver la catedral.














Tras dejar la catedral me crucé con un bicigrino que subía desmontado y que llegaría al monasterio de Sobrado casi a las diez de la noche (exausto). Justo ahí comenzaba la subida a Abadín. El ascenso es pronunciado los primeros kilómetros pero después se suaviza hasta el punto deque llega a tener pequeñas bajadas o llanos que te ayudan a recuperar fuerzas. Lo peor viene después. Había muchos peregrinos por esa zona. Cuando llegas a Lousada hay que coger un camino de tierra a la izquierda que te lleva a la ermita de San Cosme da Montaña. Esta parte del ascenso es mucho peor pues la pendiente se acentúa y, además, es camino de tierra y piedras. Me costó llegar. En la ermita recuperé fuerzas y llené el bote en una fuente.

Tras la ermita, crucé las obras de la autovía y, por caminos, desemboqué primero en Gontán y después en Abadín donde paré a desayunar.











A partir de ahí, el camino se hace llano durante 40 kms. Es la Terra Cha y el trayecto va paralelo a la nacional. Se puede aumentar la velocidad pues las pistas así lo permiten. En Goiriz me llamó la atención su cementerio.

Sellé en el albergue de Vilalba (que tenía muy buena pinta pero estaba abarrotado) y continué el camino. De Vilalba a Baamonde también es llano pero se cruzan varios ríos muy bonitos (con vegetación interior).















En este tramo es donde sufrí la caída. Fué un despiste. El caso es que había encontrado a dos ciclistas que iban siguiendo las flechas pero no llevaban alforjas (no iban cargados). Estaban parados pues una concha estaba puesta en sentido contario. Yo me paré pero seguí pues me resultaba claro que era una equivocación (cuando llevas 700km de camino lo percibes claramente) así que me adelanté. Supongo que ellos seguirían adelante también pues a veces escuchaba algunas voces detrás mía. Tras llegar a San Xoan de Alba el camino daba a la nacional y enseguida se metía por una vereda a la derecha. Tomé esa vereda en cuesta abajo y, tras pasar dos baches grandes, perdí el control del manillar y caí al suelo. Me levanté para recomponerme y, acto seguido, pasó la pareja italiana que había encontrado kms atrás. Se interesaron por mi y continuaron su camino. El resultado de la caída fue una pequeña herida en la rodilla derecha y un moratón en la izquierda. No me impidieron continuar el camino tras practicarme una buena cura (alcohol y betadine) y cambiarme de maillot.

Tras el incidente, proseguí el camino hasta Ferreira y Baamonde donde sellé en el albergue y comí en el Restaurante Galicia de Juan Corral Castro, poeta que recitaba un poema a los comensales. Comí de maravilla (caldo galego y ternera con patatas, sandía y sidriña). Después me quedaban quizá los últimos 40kms más intensos del camino pues ya llegaba a Sobrado y, de ahí a Santiago solamente quedarían 60km, parte de ellos por el Camino Francés. Así que me puse el casco y los guantes y monté en la bici camino del monasterio.


El camino hasta Sobrado desde Baamonde es complicado. Ya nada más comenzar se cruza la nacional y se pasa por un puente gótico muy bonito. Después se suben una piedras y se continúa un camino muy bonito. Se llega a la Capilla de San Alberte, a Santa Leocadia y a Xeixón donde, nada más entrar una melodía me condujo hacia una casa (al principio creía que era una parroquia). Me llamó tanto la atención que paré, me bajé y entré a "curiosear". Dentro estaba el dueño de la casa el cual me aclaró que aquello no era una parroquia y que tenía la música puesta alta para "hacer compañía".









También me dijo que no era el único que entraba allí puesto que casi todos los peregrinos que pasaban lo hacían. Me enseñó unas piedras talladas que él hacía y me ofreció un vaso de tinto con casera. Tras la charla proseguí con mi camino hasta llegar a Miraz, sellar la credencial en el albergue y tomar una Coca-cola.





Hacía mucho calor y el camino ahora discurría por una zona rocosa y algo escasa de vegetación que me hacían dudar sobre si estaba en Galicia. Ahora el trayecto era en subida, cansado y quedaban pocas fuerzas. Tras pasar Braña y Roxica el camino volvería a subir. Hice una parada para ponerme una tirita en la herida pues el sol me estaba dando justo de frente. Tras la parada bajé y subí varias veces hasta dar con una carretera que, en fuerte descenso, bajaba en dirección a Sobrado (8kms). Ya estaba allí. Solo me quedaba el último tirón, llegar a Mesón y retomar una vereda que, tras unos rodeos llevaría a una carretera en la que se descubre la impresionante laguna de Sobrado Dos Monxes donde me paré a contemplarla. Tras hacer unas fotos me dirigí al monasterio donde sellé a las 8 menos cuarto de la tarde y donde me atendió uno de los monjes aunque tuvimos que esperar hasta las diez de la noche para "descargar" pues el monasterio estaba lleno. Ésa sería mi última noche en el camino (y no pudo ser mejor) pues al día siguiente llegaría y, con toda probabilidad, tomaría el camino de vuelta esa misma tarde. Así que, sobre las diez de la noche y después de cenar un bocadillo, nos habilitaron unos colchones y unas mantas en una sala del monasterio y allí pasamos la noche. Mientras nos estaban trayendo los colchones apareció el bicigrino que había pasado en Mondoñedo, bastante cansado por la larga etapa (decía que "no lo veía").


































ETAPA 10: SOBRADO DOS MONXES-SANTIAGO DE COMPOSTELA (60kms)

Ésta fué la última etapa de mi viaje. Una etapa corta para entrar en Santiago por la mañana. De ella tengo que resaltar que la inicié de madrugada (6.50). Al principio tuve que subir algunos repechos de tierra pero pronto el camino tomó la carretera y se hizo más llano y cuesta abajo. Una intensa niebla me desorientó algo cerca ya de Arzúa. Apenas se veía a 50mtrs. Hacía mucho frío y el espesor de la niebla me estaba calando los brazos.






Tras unos kilómetros, la niebla iría desapareciendo poco a poco hasta despejarse completamente. Las previsiones meteorológicas daban mucho sol así que no me tenía que preocupar.



Antes de llegar a Arzúa hay una fuerte subida, la última antes de reencontrame con el transitado Camino francés. Tras callejear por Arzúa comienzo a ver peregrinos y bicigrinos lo que me confirma que ya estoy en el enlace. Paré en un bar a desayunar. El bar estaba lleno de peregrinos. Después busqué la flecha y la encontré y, a partir de ahí, no tuve que buscar más señales puesto que me bastaba con levantar la cabeza y ver a los muchísimos peregrinos que transitaban el camino. Fué rápido aunque me costó. Cuando quise acordar estaba subiendo la última cuesta hacia el Monte do Gozo junto a otros bicigrinos a los que adelanté. Unos peregrinos que estaban sentados en un bar nos aplaudieron como si de una carrera ciclista se tratara. Había ganas de llegar. Tras pararme a contemplar la bonita vista sobre la ciudad solo tuve que bajar unos metros para entrar nuevamente (van 4) en Santiago, el final de mi viaje. Tras llegar a la Plaza del Obradoiro pedí a unos peregrinos que me hicieran la foto de rigor delante de la magnífica catedral.























Tras la foto un paseo por la ciudad, que estaba llena de gente, un desayuno y dos horas de cola en la oficina del peregrino para recibir la credencial. Durante la cola estuve charlando con otros bicigrinos que habían hecho el camino desde Madrid.

Después compré el billete de autobús que me llevaría a Madrid a las 21.30 y desde Madrid a Granada a las 7.30. La bicicleta la mandé por MRV por 39e (me llevaban una alforja también). Tras comer, estuve dando vueltas por la zona histórica de Santiago haciendo compras y disfrutando de la ciudad.